martes, 20 de abril de 2010

LIVING IN KATHMANDÚ, 1ª PARTE (segunda sin confirmar)

En los primeros días de mi estancia en Kathmandú, primera parte antes de marchar a Chtiwan, los cuatro miembros del estuvimos recorriendo la ciudad y alrededores. Luego, primero se marchó Juan Carlos para Calcuta, después Rubén también camino de la India, quedando finalmente Daniel y yo.

Pero antes de llegar a Kathmandú nos levantamos bien temprano en Nagarkot para estar a las 5h15 presenciando el amanecer en el Himalaya, pero la neblina-contaminación del valle sólo nos permitió ver el sol propiamente dicho. Esto resulta natural en esta época, parece ser que los buenos son en octubre y noviembre, tras los monzones.

 

Nos fuimos a Kathmandú y nos reunimos todos en la agencia que había organizado el tour, la Himalayan Scenary Trek, y estuvimos charlando con el amigable Subash, el director, siempre preparado para hacerte una oferta de un tour, un billete de bus; lo que necesites y lo que no. Hablamos del viaje y de los cambios de planes que hubo. La cosa no había venido de Subash, que siempre había estado dispuesto a ayudarnos, sino del responsable de la agencia tibetana, el típico mafiosillo.

Por la tarde de nuestro primer día en Kathmandú visitamos tras propuesta efusiva de Juan Carlos Pashupati o Pashupatinah, un conjunto de templos hinduistas en las afueras de Kathmandú de la misma importancia que los de Benarés en la India. El riachuelo apestosillo que corre por esta zona acaba desembocando en el sagrado Ganges.
En este lugar se realizan funerales con cremación, de los que pudimos contemplar tres, el último de ellos ya de noche en un lugar más central y con más boato que los dos anteriores. Mientras se quemaban los cuerpos, a pocos metros, en el cauce seco del río los chicos jugaban al futbol.


Los monos se paseaban por doquier. También había Yodhus, santones; delgaduchos y tostados, harapientos, con el pelo larguísimo lavado con tierra. Van pintados con blanco, rojo, amarillo y azul. Andan por el templo sentados juntos esperando a ver turistas para que les hagan una foto y les den dinero. A mi no me parecieron para nada santones, creo que en la siguiente reencarnación nos podremos seguir viendo por la tierra. Más bien me parecieron unos farsantes (no digo que no me pueda equivocar) y me recordaron a los que van disfrazados de Mickie Mouth o del perro Golfy en la plaza mayor de Madrid o similar.






En Pashupatinath también hay un edificio donde van los ancianitos a esperar el momento de la muerte. El pasear por allí, observando la espera de esa gente, unos más alegres, y otros más serios y esquivos, me emocionó profundamente.


En la parte alta del lugar se concentran una gran cantidad de monos y cuando llegamos les estaban alimentando con semillas. Estuvimos buen rato observando el comportamiento de este animal tan esquivo. Cada mono tiene su personalidad: agresivos, tranquilos, huidizos y valerosos, discretos y alborotadores. Sólo les faltaba ponerse traje.


En Pashupati se integra y danzan en extraña armonía todas las facetas de la vida: ricos y pobres, vida y muerte, personas y naturaleza, alegría y llanto, turistas y devotos.



Esa noche fue especial puesto que Daniel nos tenía reservada una cena por su 50 cumpleaños que sería al día siguiente !Felicidades Daniel!. Cenamos a la española en Asmita B&B, Restaurant Barcelona, regentado por Dharma y Asmita, el primero, un antiguo guía de Montaña que sufrió un grave percance tras alcanzar el Everest. Cenamos jamón de Lleida y fuet traído por Daniel más tortilla de patatas y ensalada, todo regado con cerveza Everest.


Ya sin Juan Carlos, fotógrafo; Ruben, Daniel y yo visitamos la villa de Patan, pegada a Kathmandú y que es patrimonio de la humanidad al igual que Bhaktapur. De hecho la estructura de Patan es similar a la otra, con una gran plaza con templos y palacios hinduistas y templetes en las calles de alrededor. Sin embargo, el ambiente aquí no es tan auténtico ni el tamaño, de lo recorrible de forma tranquila, como lo es en Bhaktapur.


Por la tarde visitamos la estupa blanca de Swayambunath, el monumento más visitado de Nepal. Es una estupa budista tibetana situada sobre una colina que domina el valle de Kathmandú. La subida se realiza mediante una larga y empinada escalinata todo rodeado de árboles, de monos y de vendedores de artesanía. El templo está rodeado de edificios monásticos, tiendas de artesanía y de pintores, y tiene grandes vistas y corre un aire fresco. Turistas, vendedores, monjes y devotos budistas, todos van de un lado para otro sin parar. Es un lugar fantástico,.. y eso que la estupa tenía andamios.


Ya sin Ruben, Daniel y yo seguimos visitando Kathmandú y como un calco del día anterior, por la mañana visitamos la plaza Durbar de Kathmandú, similar en estructura a sus equivalentes de Bhaktapur y de Patan, y creo que también patrimonio de la humanité. Por cierto, que para pasar a todos estos sitios, aunque son de paso, públicos, etc, los turistas tienen que pagar, casi siempre algo así como 500Rs, nada más y menos que 5 euros, por lo que llega un momento en que uno se siente impelido a colarse por alguna calle lateral.


Después de pasear por Durbar y lidiar con los Yodhus que quieren que les fotografíes, y te ponen encima pétalos de flores y te pintan en el tercer ojo (el superior), los vendedores de todo que te asaltan a cada momento, y de saludar a alguna gente que sólo quiere de ti una sonrisa, marchamos a la otra gran estupa budista de la ciudad, Boudha
Boudha es un lugar muy sagrado donde en los alredores vive una comunidad de tibetanos en el exilio. En este lugar hay varios grupos monásticos budistas; en el que nos metimos estuve hablando con un monje que me dio un contacto en un monasterio de Ladakh (Cachemira) donde tiene un amigo y donde me pueden dar cobijo por el tiempo que quiera. Después nos sentamos los tres juntos en la sombra, nos pidió nuestros collares y pulseras budistas para bendecirlos, o similar. No desaprovechó la oportunidad para pedirnos dinero para las obras de mantenimiento del lugar.


Esa noche no me apetecía meterme en la habitación del hotel, así que me compré una rocacola y unas guarreridas y me las comí en la calle, sentado en unos escalones enfrente de un pub donde sonaba música en directo. Al poco empezaron a aparecer niños mendigos a los que les di la mitad de mi comida, luego estuve intentando hablar con uno de ellos que sabía algo de inglés y finalmente saqué la cámara y nos estuvimos haciendo unas fotos entre todos.


Después de esta estancia en Kathmandú, decidimos marchar al día siguiente hacia el Parque natural de Chitwan, en el sur del país, donde los peligros acechan por doquier.

3 comentarios:

  1. Mi envidia INSANA crece!!
    Que lo sepas!!

    Qué recuerdos me has traído esta vez!!
    Disfruta!! ;-)

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  2. Qué bonito y duro a la vez¡¡Un lugar con muchos contrastes,como la vida misma!!Buen sitio para templar los espiritus!!Para que entre bajonazos, subidones,alegrias, tristezas,..
    Cambiando de tema, desarrolla tu lado pícaro, que esos señores te chupan las entrañas, eso sí poco a poco.
    Saludos joseangelinos.

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  3. Una pasada Jota, que bueno todo. Se te ve buen aspecto, me alegro. Me lo estoy pasando estupendamente con el viaje, me imagino que tu también. Haz caso a Emilio y desarrolla la picaresca castellana. Cuídate

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