SIBERIA, CAMINANDO SOBRE LAS AGUAS (IRKUTSK Y LAGO BAIKAL)

Rodri y yo fuimos andando hacia el hostel Downtown de Irkutsk y no tardamos en encontrarlo a pesar de estar la entrada detrás del edificio. Una vez allí nos acomodamos en el dormitorio comunitario (con nueve camas en literas). Este hostel se debería llamar sábanas cortas porque asombrosamente, la ropa de cama de todas las camas es más pequeña de lo que debería y no cubre todo el largo Y además este hecho es así desde hace mucho tiempo, según se atestigua en el libro de visitas del Hostel. A parte de eso, el hostel era un lugar agradable, con un baño algo escaso, disponía de dos ordenadores para conectarse a internet de forma gratuita, wi-fi, cocina con café y tés, desayuno simple incluido, todo por unos 11 euros la noche.

Después decidí ir a pasear por Irkutsk. Es una población sin muchos especiales atractivos, está junto a un enorme río ahora congelado, a 70 km del lago Baikal. Antes de llegar a la ciudad, desde el tren se podían ver enormes industrias humeantes y grandes tuberías que recorrían muchos kilómetros. En mi paseo fui fotografiando las bonitas casas de madera que son típicas de este lugar, muchas de ellas están bastante descuidadas.

En medio de mi paseo comenzó a nevar y junto con el frío, alrededor de -10º el seguir por la calle se me hizo bastante duro. Acabé entrando en un pequeño restaurante que estaba mencionado en el hostel y me tomé una ensaladita y una porción de pizza.

El resto del día lo dediqué a pasar fotos, a escribir en el blog y a charlar con algunos viajeros como Alberto, un milanés que da clases de italiano en Moscú; Douglas, un américano larguirucho y de rasgos coreanos que venía desde Pekin, y con tres amigos de Estocolmo.

El día 14, domingo, Rodri y yo pensamos en ir juntos a visitar el lago Baikal en su población más cercana a Irkustk, Listvyanka. Cogimos un tranvía que nos debía llevar a la estación de autobuses, pero en un momento dado, Rodri le enseñó a la revisora el mapa de adónde queríamos ir, y la señora al poco nos dijo que nos bajáramos en una parada. Nos dejó en medio de la calle sin haber llegado a la estación. Con el mapa en la mano y preguntando acabamos llegando, pero sólo con cinco minutos de margen.

A las 9h30 salió el abarrotado y pequeño autobús hacia la población del lago Baikal, donde llegamos una hora y media después.

El lago Baikal situado en medio de Siberia, es el de mayor volumen de agua dulce del mundo, tiene más de 600 kilómetros de largo y 1.600 metros de profundidad (imposible hacer pié cuando te caes al agua). Se está formando por la división de dos placas tectónicas, y su proceso no parará en millones de años y formará un gran océano. Además, en invierno se congela su superficie.

La verdad es que lo pasamos pipa en este lugar. Enseguida que nos dejó el autobús fuimos hacia el lago. En su orilla hay una atracción de estatuas de hielo y el recinto a su vez está formado con ladrillos esculpidos en hielo. La superficie del lago está minimamente cubierta por una capa de nieve que es arrastrada por el viento. Justo debajo está el hielo que forma una gruesa capa de tonalidades negras atravesada por grietas y costuras del hielo en su ensamblaje. Se puede caminar durante horas por aquel lugar. Hicimos una enorme cantidad de fotos al hielo al horizonte, al sol, a las nubes, a la ventisca que se aproximaba, a un barco herrumbroso varado en la orilla.

El frío era importante, sobre los -15º o menos, pero lo peor eran las rachas de viento que azotaban el lugar cada cierto tiempo.

Finalmente y ya bastante congelados, nos dirigimos hacia el lugar donde ahuman el pescado del lago y después fuimos al mercadillo donde los venden. Compramos un par de pescados, unos pinchos morunos con su guarnición de cebolla y nos metimos en un bar de madera en el que, comprando la bebida te puedes quedar a recuperarte.

Pasamos bastante tiempo en este lugar volviendo a entrar en calor y después volvimos a salir al exterior, con más frío y viento helador que por la mañana, que te dejaba la cara insensible. Caminamos por la carretera a la orilla del lago.

Llegamos al lugar por donde entran los coches a deslizarse por el hielo, y es que es una actividad común en este lugar venir en invierno a circular con los coches sobre el lago. Hay que tener cuidado cuando se camina por este lugar porque entre que los rusos son poco respetuosos con los peatones, y que sobre el hielo el coche patina (aunque no tanto), uno puede quedar bajo las ruedas de uno de estos vehículos con facilidad.

A las 16h45 cogimos el autobús de vuelta a Irkutsk totalmente congelados.Al llegar a la ciudad tomamos un tranvía para ir a comprar en la estación el billete de tren para Ulán Bator (Mongolia). Al llegar a la estación, preguntamos por dónde se compraban los billetes para Mongolia y nos señalaron una puerta que estaba cerrada, como no nos habrían, volvimos a preguntar y nos dijeron que volvieramos el lunes entre las 8h y las 19h que era la hora de la taquilla internacional. Miré el reloj pero eran todavía las 18h50. Después salió por la puerta una mujer que cuando le enseñamos la anotación de los billetes que queríamos comprar, nos ignoró por completo: la muy tal nos había echo la jugarreta porque nuestra intención era coger el tren que salía a las 5h30 de la mañana y de esta forma tendríamos que comprar el que parte de Irkutsk a las 21h50. Lo bueno es que tendría algo más de tiempo para descansar y poner al día el diario y el blog.

Por la noche salimos a comprar algo de comida y bebida en un 24 horas cercano y cenamos mientras charlábamos Rodrigo y yo sobre cine.

Después yo me quedé hasta las tantas con el blog al lado de otro viajero alemán que me mostraba incansablemente sus fotos de las paradas que había ido haciendo en el transsiberiano.