miércoles, 26 de enero de 2011

DENTRO DEL VOLCÁN (DANAU MANINJAU, SUMATRA)

A las 10 de la mañana del día 22 de enero marché en ferry desde el pequeño puerto de Malaca hasta la isla indonesia de Sumatra. Junto a mi se sentó James, un neozelandés al que no entendía nada de lo que me decía y que se estaba leyendo Por quién doblan las campanas, de Ernest Heminghway.
Sobre la una de la tarde el barco hizo entrada en el puerto de Dumai, cuya principal actividad es la de carga de las materias primas de la isla, como petróleo, gas y madera.

sábado, 22 de enero de 2011

ENCERRADO EN MALACA

El comodísimo autobus desde Singapur me dejó en tres horas en la histórica ciudad de Malaca (Melaka para los malayos) tras ágil parada en la frontera para sellar la salida y la entrada de los países, y comprobación de que no llevaba armas de destrucción masiva.
En el guesthouse de Singapur, mientras me rascaba, me habían dado dos fotocopias de alojamientos en la ciudad y elegí el que se suponía que tenía internet. Resultó que estaba muy cercano a la parada del autobus, lo que no fue óbice para que me costara encontrarlo, pues el mapita que acompañaba a la información era de escala libre y me alejé más de lo que debía.

viernes, 14 de enero de 2011

SINGAPUR, TODO PERFECTO (SI NO FUERA POR UNA MALDITA PULGA)

El revisor abrió la cortina de mi litera y me despertó diciéndome que me levantara porque llegábamos al puesto fronterizo entre Malasia y Singapur.
Eran las nueve de la mañana y había dormido profundamente desde que, pasadas las tres y media, me subí al tren en la estación de Jerantut, y eso gracias a que entonces me avisaron de que llegaba, porque ya por entonces estaba durmiendo placidamente en la estación.
Para alegría del viajero, tanto Malasia como Singapur no ponen ninguna dificultad para la entrada de turistas: un sello en la frontera, una rápida revisión del equipaje mediante máquina de rayos X y listo.
Después volví a coger el tren que continuó su marcha hasta la ciudad de Singapur.

martes, 11 de enero de 2011

ATAQUE MASIVO EN TAMAN NEGARA

El cinco de enero por la mañana cogí el monorrail que pasaba junto a Chinatown en Kuala Lumpur, y me dirigí hasta el final de la línea. Allí hay una pequeña estación de autobuses donde a las 10 de la mañana salió el que me llevó hasta Jerantut.
La verdad es que los autocares de Malasia son muy cómodos, con asientos amplios y mullidos, y con espacio más que suficiente para colocar las piernas, tanto que no apetece que lleguen a su destino. Aún así, cuando a las 12h45 llegó a Jerantut, me bajé. En la parada de la ciudad había un caza turistas que me preguntó si iba al parque de Taman Negara. Como le respondí que si, me dio un folleto con los precios para llegar hasta el parque remontando el río Sungai Tembeling hasta Kuala Tahan, el asentamiento en la selva. Contrasté los precios con los de la guía y como más o menos concordaban, le dije que me iba con él. Monté en una furgoneta que me llevó hasta la agencia-de-viajes-hotel-restaurante donde esperé a la hora de partir. Allí me hicieron los permisos para entrar al parque y para poder hacer fotos (en total 6 ringits, 1,5€), y en la espera almorcé allí mismo.

miércoles, 5 de enero de 2011

KUALA LUMPUR, CHAPA Y CRISTAL

En Georgetown, isla de Penang, cogí un autobus ultracómodo a las diez y cuarto de la mañana que me dejó a las tres de la tarde en Kuala Lumpur, capital de Malasia. Detrás mío venía un turista que se dirigía al aeropuerto y cuando le dije que no sabía a qué hostal de la capital ir, sacó una fotocopia del guesthouse donde él se había alojado en su día. En la fotocopia venía la dirección y cómo llegar, estupendo. Como la conversación continuó, le mostré mi interés por ir más adelante a Singapur, compartiendo con él mi temor a no encontrar un alojamiento barato en tan caro lugar. A continuación sacó otra fotocopia del guesthouse donde él había estado en Singapur, barato y bien ubicado, pero que convenía reservar con antelación. Le di las gracias por tan adecuada y desinteresada contribución a mi media vuelta al globo y cuando el autocar, ya en la ciudad, pasó por las inmediaciones del barrio chino, me bajé y fui en busca del guesthouse siguiendo los detalles del papel.