domingo, 18 de abril de 2010

TIBET II (A TOPE EN FOUR BY FOUR)

A la mañana siguiente tras desayunar en el hotel, nos dirigimos al gran monasterio de Tashilumpo, en las afueras de Shigasté. Este monasterio es como una población dentro de la ciudad, amurallado, está conformado por una gran cantidad de edificios clásicos tibetanos y de templos. Este es el lugar donde habitaba el Panchen Lama, de igual importancia religiosa que el Dalai Lama, pero sin poder político.

 

Tras esta visita deberíamos haber ido al monasterio de Sakya; según todas las referencias, el más  impresionante del Tibet. Pero resulta que no teníamos el permiso para ir allí (3º dato a tener en cuenta), por lo que el día se reducía a llegar hasta la ciudad de Thingri.
Después de la visita al monasterio, deshacimos nuestros pasos con el vehículo y nos fuimos a almorzar a un restaurante de Shigasté. Y es que en estos viajes no se come cuando se tiene hambre, sino cuando se puede.
A continuación cogimos de nuevo el 4x4 e iniciamos camino. Como la jornada se iba a quedar en nada, le dijimos a nuestro guía Yakish que en lugar de llevarnos a la nadería absoulta que era Thingri, ese día fuéramos directamente al campo base del Everest. Nos dijo que era un camino muy largo y duro para hacer en un día, y que nuestro conductor quizás no pudiera con ello.


La carretera continuaba por valles planos y montañas cada vez más desérticas, estuvimos avanzando muchos kilómetros y cuando finalmente íbamos a llegar a la ciudad de Thingri, el guía habló con el conductor y tomamos la pista denominada Qomolugma Base Camp.
El camino a partir de se convirtió en algo extraordinario. El todoterreno iba dando votes en la pista de tierra y piedras y Juan Carlos, que estaba situado en la parte de atrás para hacer fotografías, saltaba una y otra vez golpeándose con la cabeza en el techo y sin poder asirse a ningún lugar. Atravesamos altos barrancos donde mirar hacia abajo daba miedo, así como praderas resecas con yaks pastando. El paisaje cada vez era más espectacular. Aunque no se podía ver todavía el himalaya, las vertientes nortes de algunos de los montes estaban helados, y en la parte baja de los valles se mezclaba el hielo con la tierra.
Paramos en un control militar en una aldea a medio camino. El soldado chino se alegró mucho de que fuéramos españoles, ya que parecía ser un gran aficionado al fútbol. Mientras comprobaban nuestros pasaportes y los permisos, la gente del lugar se acercaba al coche para saludar, asomarse al interior y de paso, pedir algo de dinerillo.


Continuamos camino cada vez más encerrados entre montañas y ya de noche enlazamos con el camino principal para la cara norte del Everest.
A las 20h45 llegamos al monasterio del Rombouk donde ya se observa en todo su esplendor, al final de un estrecho valle, el monte Qomolugma o Everest. Este es un lugar donde además de los monjes, los míseros tibetanos y el ejército chino, habita el Yeti (Yeh-Teh), que en lenguaje tibetano significa el hombre de las nieves y las rocas.
Nos alojamos en el hospedaje junto al monasterio de Rombouk, un hospedaje extremadamente básico, sin agua corriente, con servicios que no eran más que dos barracones con dos agujeros cada uno, sin puertas  y repletitos de cacotas y de ceniza.
Nuestra habitación tenía tres camas en las que ya no cabía nada más y donde disponíamos de una buena cantidad de edredones y mantas mugrientas. Había una bombilla que proyectaba una leve luz que nos permitiría organizarnos para pasar la noche.
En el lugar hacía mucho frío y en seguida pasamos al pabellón donde se comía y se hacía  la vida social y  en cuyo centro había un hogar donde preparaban la comida, y donde se arremolinaban todos los tibetanos del lugar.
Cenamos el arroz con cosas que nos pusieron, junto con una infusión con las hojas flotando que lo hacía difícil de beber. Además de nosotros debían haber unos 10 turistas más que rápidamente se fueron retirando.
Cenamos alegremente y además yo saqué mi harpa de labios vietnamita para dar más colorido al momento.
Después marchamos a dormir y para ello nos enfundamos en todo lo que teníamos para no pasar frío.
Juan Carlos tenía intención de hacer fotos nocturnas y yo también, pero tanto frío nos hizo replantear nuestras intenciones.
Finalmente durmiendo no pasamos frío, pero todos nos despertamos en medio de la noche con fuertes dolores de cabeza y yo además, con ligeras ganas de vomitar. En seguida comprendí que se trataba del mal de altura: estábamos a 5.200 metros.

5 comentarios:

  1. Parece que paisajísticamente se pone muy interesante el asunto, la logística del viaje deja mucho que desear, se nota que no va Sebastián Álvaro con vosotros.
    Tú has dormido y hecho tus necesidades en sitios peores!! y en algunos mejores, supongo.
    Saludos Donbenitenses.
    PD Tina, quien eres?

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  2. Hola Emilín, la logística falló un poco, pero como leerás en el siguiente capítulo, le supimos sacar partido.
    Y no te creas, yo prefiero dormir al raso, también evacuar en una piedra más que en una letrina maloliente, como era el caso.

    Tina es una amiga que conocí en el fin de semana de preparación del viaje en La Vera, y que se sintió muy interesada por mi aventura.

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  3. Ya veo que te vas parando un poco más en los sitios.. Estaba asustada como otra amiga tuya que decía que, a este paso, ibas a hacer el viaje en 2 meses.. :-)
    (Me sigo muriendo de la envidia, de la insana además).. jajaja

    ________________________

    PD: Pa' Emilio.
    UFF ... ¿Quién soy?!!
    No lo sé ni yo!!
    Pero la respuesta de Juan es válida ;-)
    Yo me hubieses quedado en.. "una que pasaba por aquí"..

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  4. Hola guapo, ya me tenias preocupada tantos días sin saber de ti, bueno y sin sentir la envidia que me corroe por todo el cuerpo cuando te leo.
    Besos primo y a por todas que te queda mucho por descubrir.

    PD: yo soy la prima aunque aparezca el nombre de otro.

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