Después de los dos días de enseñanzas en Sumur, el Dalai Lama se marchaba a una zona, más arriba de Diskit, donde no pueden acceder los extranjeros.
Teníamos por delante un día en el que podríamos quedarnos en Sumur o marchar a Diskit. Decidimos marchar al segundo, ya que se trata de la capital del valle de Nubra, y hombre, no es que tenga muchísima animación, pero sin duda, sí más que Sumur.
Sin prisa alguna recogimos nuestros enseres y pagamos en el complejo turístico. Antes de abandonar el lugar cometimos un pequeño saqueo y es que resulta que los precios por desayunar y comer, a base de zafarrancho de arroz y algún ingrediente extra para echar por encima, eeran exhorbitantes, por lo que Alicia, aplicando la máxima que dice "todo lo que va después vuelve", decidió que debía volver cuanto antes, así que nos agenciamos un par de botellas de cerveza y de agua, y papel higiénico para limpiar los traseros de medio mundo.
Buscando la carretera anduvimos por un camino elegido al azar que nos deparó bonitos y bucólicos paisajes. Finalmente alcanzamos la vía principal del valle y esperamos a que algún vehículo se apiadara de nosotros. Y así fue, paró un cochecillo que también se dirigía a Diskit, y muy contentos hacia allá que nos fuimos.
Teníamos por delante un día en el que podríamos quedarnos en Sumur o marchar a Diskit. Decidimos marchar al segundo, ya que se trata de la capital del valle de Nubra, y hombre, no es que tenga muchísima animación, pero sin duda, sí más que Sumur.
Sin prisa alguna recogimos nuestros enseres y pagamos en el complejo turístico. Antes de abandonar el lugar cometimos un pequeño saqueo y es que resulta que los precios por desayunar y comer, a base de zafarrancho de arroz y algún ingrediente extra para echar por encima, eeran exhorbitantes, por lo que Alicia, aplicando la máxima que dice "todo lo que va después vuelve", decidió que debía volver cuanto antes, así que nos agenciamos un par de botellas de cerveza y de agua, y papel higiénico para limpiar los traseros de medio mundo.
Buscando la carretera anduvimos por un camino elegido al azar que nos deparó bonitos y bucólicos paisajes. Finalmente alcanzamos la vía principal del valle y esperamos a que algún vehículo se apiadara de nosotros. Y así fue, paró un cochecillo que también se dirigía a Diskit, y muy contentos hacia allá que nos fuimos.
Llegamos al guesthouse que Alicia había reservado semanas antes, pero una vez más, llegamos con un día de antelación. El sitio estaba lleno, por lo que los dueños nos cedieron su propio dormitorio para pasar la noche. Allí almorzamos el delicioso arroz Dal, plato único que en este alojamiento se cocina. Nos bebimos una de las cervezas amablemente cedidas por nuestros anfitriones de Sumur, para gran asombro de los demás inquilinos del lugar, que nos preguntaban dónde habíamos conseguido tan dorado y delicioso elixir.
En Diskit el Dalai Lama debía pasar tres días. En el primero de ellos inauguraría la formidable estatua del buda Maitreya y los dos siguientes realizaría nuevas enseñanzas para todo aquel que le quisiera escuchar.
Por la tarde noche de ese nuestro primer día en Diskit nos marchamos hacia la gran estátua y conseguimos llegar a ella atravesando una zona restringida. El militar que nos paró nos dijo que por allí no se podía pasar, pero bueno, que pasáramos. Así son por estas tierras.
Estuvimos un buen rato contemplando el enorme buda casi solitario rodeado de montañas en una noche bellísima. Como no veníamos pertrechados de forma adecuada decidimos volver al día siguiente para meditar, además en noche de luna llena.
Esa noche Alicia durmió en el suelo de la habitación estando mucho más blandita que yo en la cama, construida con una puerta a la que no habían tenido ni la delicadeza de quitarle los herrajes, y sobre la que había una áspera manta o alfombra, más una sábana. Esta gente duerme en cualquier lado.
Al día siguiente, todavía sin presencia del Dalai Lama, nos fuimos al monasterio de Diskit que, enclavado encima de un cerro, tiene un enorme desfiladero perfilado por el río que luego atraviesa el pueblo. El monasterio estaba impecable y reluciente, blanco nuclear y naranja valenciano, supongo que todo remozado ante la llegada del Dalai Lama. Desde el lugar, estupendas vistas sobre la estatua del buda maitreya, el valle de Nubra y más allá.
Allí nos encontramos con Ernesto, con el que estuvimos charlando largo rato y con el que después marchamos a almorzar.
Ya llegada la noche y perfectamente pertrechados, comenzamos a remontar las fuertes pendientes que nos llevaban al gran buda. Pero esta vez no hubo suerte, no se podía subir hasta la estatua porque el Dalai Lama ya se encontraba en el lugar.
Pusimos nuestras esterilla en una explanada en medio del monte junto a una gran roca y delante de un grupo de estupas. En ese momento la luna llena aparecía por detrás de las montañas y nos sumergimos en la meditación.
Mi experiencia meditativa fue sorprendente, puesto que cuando practico este arte a lo más que llego, y es bastante para mi, es a conseguir concentrarme en la respiración. Sin embargo, en esta ocasión, tenía constantes imágenes del Dalai Lama que me saludaba y tocaba mi frente con la suya, para a continuación convertirse en un buda de luz blanca y numerosos brazos ondulantes del cual salían unos haces de luz que llegaban a mí entrando fundamentalmente entre mis ojos y por la parte alta de la cabeza. Aunque la explicación puede resultar muy llamativa, lo cierto es que yo la sentí como un conjunto de imágenes generados por mi propia mente, y no como algo que me venía de fuera, así que no es tan flipante. El universo es mental.
Para mi lo más sorprendente fue la duración de la experiencia, que apenas estuvo salpicada por otras ideas, algo común en mí.
Alicia me explicó que en mi meditación me había conectado con el Dalai Lama que estaría durmiendo unos metros más allá y que este me había saludado y recibido, algo que no es nada habitual y que mucha gente pasa su vida intentando y nunca consiguiendo. Pues mire señora, yo ante esto no sé que decir.
La experiencia de Alicia no la cuento porque me sacaría los ojos, como poco.
Con tanta experiencia mística nos acostamos a las tantanas y a la mañana siguiente Alicia me despertó bien temprano diciéndome que el Dalai Lama inauguraba el budaca a las 8 de la mañana, o algo así. El caso es que nos pusimos en marcha y echando el bofe subiendo las cuestas, llegamos a la gran explanada entre monasterio y buda, para que allí nos explicaran que el Dalai Lama inauguraba, pero que sólo podían asistir los monjes. Pues nada, a fastidiarse.
Ya que estábamos allí nos fuimos a buscar asiento para la ceremonia posterior a la inauguración. Resultó que a esas tempranas horas ya estaban copados casi todas las sillas destinadas a turistas, por lo que Alicia decidió colocarse en los asientos de primera fila, reservados para personalidades. El caso es que yo creí que de allí nos acabarían echando, pero pasadas las horas el lugar se acabó llenando de turistas rezagados, y llegado cierto punto comprendí que de allí ya no habría fuerza militar capaz de desplazarnos. Y así fue, llegó el Dalai Lama, el gobernador de Jammu Cachemira y demás personalidades, y de alli no nos desalojó nadie.
Grandes discursos se debieron dar esa mañana, pero que yo no entendí. Hablaron grandes hombres y por supuesto el Dalai Lama, al que pude fotografiar con precisión cuando él me miraba, igual me estaba diciendo, ¡hey, tu eres el aficionadillo de anoche! El Dalai Lama, en su discurso para los nubranienses les habló de ecología, instigándoles a que cuidaran tan bello entorno y a que plantaran muchos árboles, y antes de cortarlos para hacer uso de su madera, debían aprovechar su sombra para estar fresquitos, descansar y disfrutar de la naturaleza. Risas.
Después hubo bailes regionales donde los danzantes desplegaron todo su pulso y toda su tensión artística, que es prácticamente ninguna. La gente de Ladakh y especialmente los de Nubra parecen que estuvieran empanados (agilipollados), les preguntas cualquier cosa y parece que se marean; pues el baile es prácticamente lo mismo, pequeños y medidos pasitos para no caerse al suelo. Pero bueno, al fin y al cabo es bonito, que es lo importante.
El espectáculo tuvo hasta su emoción al colarse un espontáneo en la explanada, pero no pudo llegar, ni de lejos, al Dalai Lama. Yo creo que simplemente era un fiel arrobado por la emoción de la presencia de su santidad, sin intención de hacer daño. Su cara, ebria de espiritualidad o de licor, que no lo sé, así lo demostraba.
Finalmente estuvimos toda la mañana bajo la solanera, desde las siete y pico hasta las tres de la tarde, ahí es nada. Eso sí, una vez más comimos a cargo de la organización, se trataba de platos de arroz que se acercaban a algo parecido a una paella de la huerta, de un delicado sabor, nada de lo picante que se estila por estas regiones del ancho mundo. En el hotelito acabamos de comer nuestros estupendos arroces que habíamos transportados en bolsas de papel aluminizados, y como nos sobró bastante, aún pudieron comer dos personas más, para gran satisfacción de ellos y de nosotros, que compartir es vivir.
Yo acabé un poco agotado de tanta chicharrera mañanera, por lo que por la tarde me quedé tranquilamente en el guesthouse descansando y reponiéndome de tan trascendentes momentos.
La madre que me parió.
ResponderEliminarYo el otro día me jarreé bien en una boda y también vi mariposas de colores, lucecitas de coches de policía,una luz blanca que giraba alrededor de mi cabeza, incluso al día siguiente ganas de vomitar, NO SÉ SI ESO TENDRÁ ALGO QUE VER CON TUS EXPERIENCIAS.
ResponderEliminarbucolico es una palabra horrorosa!!, quitala de tu diccionario!!!, con las bellas y hermosas palabras que nos regala la lengua española para describir la hermosura de aquel lejano y maravilloso paraje, tu usas, bucolico...feisimo!. Lo dijo Neruda, los conquistadores nos dejaros su lengua, la preciosa lengua castellana, con la que el escribia sus mas bellos poemas. Utilizala!!..
ResponderEliminaralicia
Que bien, esto se anima.
ResponderEliminarA mi me gusta la palabra bucólico, me recuerda a mongol, originario de Mongolia, país eminentemente vacío.
olvidate de mongolia y utiliza palabras de nuesta tan, pero que tan linda lengua castellana, llena de sinonimos, nuestra lengua es poesia!.... que tendran que ver los mongoles en todo esto!!, si Becker levantara la cabeza!!!
ResponderEliminarOiga: se refiere a Boris Becker (el tenista aleman que levantaba la cabeza al sacar)o tal vez a Gustavo A.
ResponderEliminarPor cierto, soy Dani. Encantado de "conocerte" Alicia. Recuerdos Juan. Excelente viaje y excelente reportaje. Felicidades de nuevo.
Hola Dani, claro que es Gustavo Adolfo!, quien si no... que sabra ese aleman? que son mas agrios que na!!!!, y su lengua es lo menos gracioso para el oido que he escucahdo en mi vida, es aspera, y seca como ellos. Gustavo Adolfo Becker, nuestro gran poeta, a el me referia... y bueno encantada de conocerte yo tambien!!,
ResponderEliminarbesos, alicia
Alicia, trabájate el tema "ironía".
ResponderEliminarAh!!, y a partir de ahora escribe Bécquer (Gustavo Adolfo).
Saludos,
juanj.
no seas tan quisquilloso, Juan, que mas da una K, que una Q, suena igual no???.. y que le pasa a mi ironia???, no te gusta o no la entiendes???, es que el humor mio a veces es un poco, como diria yo,... argentino???, que es distinto al vuestro, claro, mi ironia y sarcasmo son eso, mas parecido al de los ingleses. hay que leer entre lineas.
ResponderEliminaralicia
Yo no digo nada
ResponderEliminarAy madre, que todo esto no lo había leído.
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