viernes, 5 de marzo de 2010

PASEOS, BILLETES DE TREN Y CONCIERTO EN EL HOSTEL


Por la mañana salí a recorrer los alrededores del centro de Moscú para visitar un par de rascacielos de los siete mandados construir por Stalin. La visita la hice caminando y comprobé que en esta ciudad conviene ponerse a refugio cada cierto tiempo para no quedarse pajarito. Pasé por delante de la embajada de Estados Unidos; estuve tentado de fotografiarla pero preferí ser recatado y evitar problemas. Paré en un centro comercial de lujo y pensé en comprar algo para desayunar, pero pensé que siendo Moscú una ciudad ya de por sí muy cara, comprar allí sería de lo menos aconsejable, así que aguanté el apetito. Visité el primero de los rascacielos, el Hotel Leningrado y descaminé lo recorrido para ir hacia el otro, el del Ministerio de Asuntos Exteriores, un edificio bastante imponente.

Después bajé por la calle Arbat y regresé al hostel. Allí le pregunté a la chica que ese día le tocaba de recepcionista (una húngara muy simpática, más que las rusas) que dónde podría comprar algo de comida. Me dijo que ella iba a ir a comprar y que la acompañara. Me llevó a un supermercado de al lado y allí compré un trozo de pollo cocinado y evasado, cerveza, pan y un bollito de chocolate.
Al rato de volver de nuevo al hostel almorzé, y me harté bien de comer.
Una de las chicas me dijo que esa noche abría un concierto en el hostel y que acudiera, por favor. Estuve de acuerdo.
Salí a caminar por Moscú y volví de nuevo al Kremlin, pero esta vez de día. Según iba avanzando por la muralla que da al río, el tiempo empeoraba y cuando llegué a la plaza roja nevaba copiosamente. Una vez a refugio bajo una arco de uno de los edificios, llamé a Sergey para confirmar con él la cita para comprar el billete de tren.
Cuando llegué a la estación, Sergey ya estaba en la cola, pues sabe cómo funcionan estas cosas. Cuando llegaron las 18 horas, la ventanilla que nos atendía se cerró y la taquillera se fue a descansar 15 minutos. Antes de esto, le había preguntado si se podía pagar con tarjeta de crédito, y parecía que sí.
Cuando llegó nuestro turno, la taquillera me pidió el pasaporte para rellenar mis datos del billete (así de completo se hace en este país) y cuando fui a pagar, resultaba que no se podía pagar con tarjeta de crédito. Yo no llevaba encima los 8.500 rublos que vale el billete (algo más de 200 euros), así que corriendo, Sergey y yo nos fuimos a un lugar apartado, me saqué el dinero de lo más oculto de mi  ser y nos fuimos a cambiar euros por rublos. Diez minutos después regresamos y por fin pude recoger mi billete y mi pasaporte (que se había quedado la señora para asegurarse que las cosas se hacían a la rusa).
Sergey se tenía que marchar y yo le agradecí muchísimo su ayuda. Como yo finalmente había hecho caso a Martin y me había decidido por marchar el martes 9 al mediodía, me dijo que igual nos podríamos ver el domingo o el lunes, y que para ello me mandaría un SMS.
Se ve que todos los amigos de Christian son gente excelente  ;-)

Regresé de nuevo al hostel y esperé el comienzo del concierto. Empezó con una hora de retraso y mientras, fue llegando gente hasta abarrotar el salón . El grupo estaba formado por un guitarrista, un contrabajista y cantante y un trompetista. Las canciones que cantaba eran conocidas por muchos de los asistentes y además reían en diferentes pasajes de las mismas. Había muy buen ambiente y alguno de los asistentes participaba haciendo coros, percusión con libros o simplemente bailando. Después de terminar, la gente salío a la escalera a fumar y a charlar, y yo salí con ellos. Hablé con unos y con otros, casi nunca entendiendo lo que nos decíamos . Volvimos al hostel y nos pusimos a tocar instrumentos variopintos (yo tocaba mi harpa de labios vietnamita) y así fue transcurrió la velada mientras la gente se iba marchando.
Finalmente nos quedamos los incondicionales y los que residíamos en el hostel. Yo conecté mi mp3 a la TV para escuchar música y saqué el vodka que me regaló Alexander. Mientras hablaba intermbinablmente de música con un colega de la fiesta, estuve poniendo a The Doors, The Clash, Joy Division, Sex Pistols, Velvet Underground, Massive Attack, Lou Reed, The Prodigy, The Beatles y finalmente a Bob Marley. Acabamos hablando de arquitectura y de constructivismo soviético. La cosa terminó a las 6 de la mañana tomando mini chupitos de vodka el recepcionista y yo, mientras que el otro que quedaba  por allí, mi colega de la música, hacía tiempo que estaba fuera de juego. Finalmente me duché y me acosté.


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