Ya estoy en Berlín, en casa de Stefan y Danny.
Por fin pude salir de Madrid, aunque no sin suspense, no podía ser de otra manera.
Cuando llegué a la estación sur de autobuses, la persona de taquilla de Alsa me dijo que como había llegado con menos de una hora de antelación, no podía darme el billete (que no vendérmelo, porque ya lo había comprado por teléfono), pero se ve que era una dama de tendencias sádicas, ya que a continuación me dijo que bajara al andén y que allí, si había tiempo, igual tenían mi billete.